miércoles, 13 de diciembre de 2017

Tus últimas 24 horas

Si te diesen tus últimas 24 horas no sabría si odiarte o amarte.

Odiarte por haberme hecho parte de ti, por enseñarme a sentir que somos uno, hacerme viajar en el tiempo y el espacio desvariando sobre hijos y sueños.
Me has hecho tan nuestro que a veces siento que en mi cabeza ya no opino solo yo, si no que comentas cada uno de mis pensamientos.
Te odiaría, claro, por dejarme ese vacío que no sabía que tenía hasta que llegaste a llenarlo.
Obviamente te odiaría, si pudiera, por haberme hecho sueños que ahora no podré cumplir, por enseñarme a volar y no estar ahí para verlo.

Sin querer hemos ido haciéndonos uno, ya no se imaginarme si ti, ni quiero, ni puedo, ya no me imagino con un niño sin tu de padre, con una casa sin ti en la cama, no imagino mañanas sin tus besos, ni duchas a solas.

Pero no podría mas que amarte, porque aunque fueran tus últimas 24 horas, porque has decidido que no te hago feliz, porque sé te quedó chico este planeta o quizás simplemente te marchas, solo quedaría amor hacia ti, todo lo vivido, lo soñado, lo deseado y amado, todo eso, no se puede odiar





lunes, 18 de septiembre de 2017

El día que ví morir a mi super hérore

“Yo no puedo ser tu super héroe”
Quién diría que unas palabras tan obvias pudieran doler tanto, algo que todos sabemos, nos puede herir hasta el punto de no tener fuerzas para seguir.

Todos sabemos que los super héroes nos existen, que no vendrá nadie a rescatarnos, y que debemos salvarnos nosotros mismos. O eso se supone que debemos saber, al menos al alcanzar cierta edad.

Cuando somos pequeños todo es diferente, nuestros padres, hermanos mayores o incluso algún amigo que nos protege se convierten en nuestros super héroes, esas personas que hacen más fácil el día a día, que nos ayudan con los problemas, y que nos salvan de aquellos que no podemos resolver solos.

Yo tenía el mío, mi padre, el único capaz de entenderme, quien con solo una mirada reconocía como tenía el día y que era exactamente lo que necesitaba para sobrellevarlo. Me protegió de mis hermanos, me dio aquella atención que tanto anhelaba, me hacía reír incluso cuando él no podía y que me enseñó a ser tal como soy.

Era mi super héroe, no solo en mi infancia, donde en innumerables ocasiones fue el único capaz de que yo me sintiera segura tras las agresiones de mi hermano. Tampoco termino de serlo en mi adolescencia, donde parecía que solo él comprendía que tener un corsé me dolía, y que a veces también necesitaba comprensión y un poco de mano blanda, siendo quién con sus mimos y halagos me hacía sentir que podía con todo, y que era casi tan fuerte como él.
Incluso no dejó de serlo cuando los chicos empezaron a aparecer en mi vida, pues se convirtió también en mi gran confidente, me era imposible contarle esas cosas a nadie más, puede que por culpa de eso nunca pudo dejar de ser mi super héroe.

Pero claro todos sabemos que no es real, que no existen los superhéroes y que sólo eran mis deseos infantiles de sentirme protegida, y todos sabemos que las ilusiones así, siempre deben de acabar.

Llegó el temible día, pues es cuando más necesitas a tu super héroe, en aquel momento que más anhelas su aparición y cuando más la súplicas, es ahí cuando morirá. Cuando estaba sola ante mi mayor miedo, en ese precioso instante que suplique su ayuda, él me fallo, quizás no era fácil lo que pedía, quizás lo forcé demasiado.
De la manera más estrepitosa, sin solución alguna, sin marcha atrás ni ganas de rectificar, como solo alguien que ha sido tu super héroe puede fallarte, y ahí sin que yo aún lo viera murió.
Es curioso que a veces no nos damos cuenta de que muere, nos aferramos a los demás momentos en los que sí nos salvó, intentamos entenderlo y perdonarlo, pero cuando vas y le preguntas, cuando intentas que te explique porque no pudo, entonces no hay marcha atrás, pues se comete el gran error de preguntar algo, para cuya respuesta aún no estás preparado.
Y así llegó, el día que ví morir a mi super héroe, y para ello solo tuvo que responder a la pregunta que yo inocentemente osé preguntar ¿porque me fallaste?
“Yo no puedo ser tu super héroe”